martes, 27 de noviembre de 2012

Algo que me gusta de Irlanda

Irlanda me da una de cal y otra de arena.

Hay algo que me encanta aquí, más que en ningún sitio: la leche. No sé cómo lo hacen, me dijo mi antiguo compañero de piso que es leche fresca, no como en España (¿acaso en mi país no lo es? Weird, no sé de eso), y tiene una pega muy gorda que es que ni dura tanto como en España, ni se puede dejar sin refrigerar o la bofetada maloliente que te pegará la botella al abrirla será descomunal; el caso es que el sabor que tiene es mejor que el de cualquier otra leche que haya probado antes. Bueno, no recuerdo la de mi madre. Ugh.

Hay algo, paradójicamente, que detesto comer aquí: el pan. ¿Acaso no saben hacerlo? El pan de cada día no es gran cosa pero no he encontrado aún ningún bollo o baguette que sea digno de alabar; el problema verdadero viene con el pan de molde, que caduca a los 2 ó 3 días, según el paquete, 4 a lo sumo. Y yo no soy capaz de comerme un paquete familiar entero en 2 ó 3 días, que queréis que os diga. Todo esto viene a que vengo de la cocina, de oler el paquete de esta semana que no está ni caducado y querer lanzarlo muy lejos. Suspenso.

En otro orden de cosas, venía esta tarde-noche (ya anochece antes de las 17h) de la escuela con los cascos puestos, extremadamente ensimismado en mis asuntos internos, que no me he dado cuenta hasta después de haberlo hecho de que estaba pasando al lado de un grupo de individuos con la peor de las pintas, individuos que todos se empeñan en insistirme en que los evite y que rondan siempre en el fondo de precisamente mi calle. Dublín tiene, desde luego, zonas chungas; yo no quiero insinuar que me haya criado en el Bronx precisamente, pero me choca un poco ver a la gente tan asustada por esta situación. Lo cierto es que la ciudad está jodida, económicamente hablando, y hay gente tanto dispuesta a hacer cualquier cosa por dinero como devastada por la droga; pero peores cosas he visto en Sevilla, en San Pablo por ejemplo, si andas solo por la calle. Aquí, en ese sentido, tengo un truquito infalible que yo me sé, pero que no revelaré todavía, para atraer la buena suerte.

El caso es que, para el que le interese, Dublín tiene efectivamente barrios malos pero no hay que tenerle tanto miedo. Si eres mujer sí que tendrías que tener más reparo en recorrer calles oscuras sola por la noche, pero eso es así aquí y en la Conchinchina. Al igual que en todas las situaciones del día a día, la prudencia nunca está de más.

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